De alucine


Cuando me desperté me había convertido en un insecto. Me acordé del maldito libro de Kafka que acababa de leer. «¿Acaso ese escritor, con sus palabras, podía metamorfosear a las personas?».

Quise levantarme y no pude. Pensé, que aunque fuese reptando, tendría que volver a casa. Esa era otra, con el asco que le daban a mi mujer las cucarachas, ¿cómo evitaba que de un pisotón me dejara chafado contra el suelo? Además, si supiese  que el bicho era yo, literal, que metafóricamente ya lo sabía, no  podría esperar compasión de ella.

Al intentar ponerme en pie de nuevo, sonaron cristales rotos. Miré al suelo y vi la botella de tequila. 

Deberían poner en la solapa de los libros: no consumir con alcohol, produce efectos secundarios adversos.

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